domingo

Cartas a la muerta 2

El día que te fuiste yo solo me rompí. Toda alegría se perdió y me enclaustré en un capullo hecho de mi propia miseria, evitando todo intento de cercanía. Con el tiempo y más errores de los que puedo contar sume espinas que se alimentan de mi deseo antinatural a la soledad.

El día que te fuiste yo solo me rompí y luego me perdí. La mitad del corazón abruptamente desapareció y la otra mitad se marchitó con el paso de mis días, mis dudas y con los inevitables daños de los años. Así deliberada e inocentemente, he dejado caer trozos de mi en el camino. En este camino largo, sinuoso e impetuoso he perdido partes mías y partes tuyas, porque sí es posible sentirte aún mas lejos.

El día que te fuiste yo solo me rompí, me perdí y luego dejé de sentir. He hecho añicos cualquier esperanza de felicidad, me saboteo a mi mismo y aunque alguna vez intenté dejar fluir el fuego, solo engañé al mundo y puse una sonrisa con palabras dulces que ocultan mi desolación. Los rezagos de tu ausencia son heridas que no cierran y que arden a cada ligero recuerdo, pero me muerdo los labios, porque la pena se lleva en soledad, por que la llevo por dentro, porque esta carga no se comparte y no necesita hacer mas daño.

El día que te partiste yo solo me rompí, me perdí, deje de sentir y luego, luego solo quedé yo sin ti, mamá.


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